2019-07-29

Susanne y Caroline llegaron a casa el sábado pasado con tres de nuestras joyas que ahora están comenzando suavemente sus nuevas vidas.
Algunas personas piensan que bajar a la valla es simplemente divertido, pero hay tanta emoción y tanta ansiedad que viene con la "compra". Lea el diario de viaje de Susanne aquí sobre los días en Rumania.

Susanne escribe:
Tantos pensamientos revoloteando después de la visita del viernes a nuestra cerca en Butimanu. Tantas vidas, muchas con historias que tendrían el peor horrorMe voy a desvanecer en comparación.

Algunos parecen un poco cautelosos, inseguros y temerosos de lo que nuestras manos deberían hacer. Otro toma coraje y se acerca sigilosamente detrás de nosotros, olisqueando suavemente de pie y preparado para huir. Otros se lanzan hacia adelante, intentan aferrarse y se niegan a soltarnos. Empujando a los demás, arrastrándose en nuestros brazos y tratando de pegarse. Algunos huyen a sus pelos de punta, no se atreven a encontrarnos en absoluto. Mantenerse a una distancia segura y observar nuestros movimientos.

Me duele ir desde allí. Un vacío se extiende en el cuerpo. Me siento impotente Nada de lo que hago se siente lo suficiente. Están a salvo, rescatados de la calle y de los lechos de muerte municipales, reciben comida y agua, tienen protección contra el clima y el viento y evitan golpear y patear.

Pero no tienen a nadie que los ame, que los acaricie sobre sus espaldas cuando se despiertan por la noche, que quitan tiernamente la basura pegada en su pelaje, que se acuestan con ellos en el sofá por las noches y secan su pelaje después de la lluvia. No tienen su propia cama para descansar, ni su propio arnés que se pone todos los días para caminar, ni sus propios juguetes seleccionados para ellos. Nadie que les dedique el tiempo y el amor que necesitan para florecer. Y todos valen la pena. Ser amado por su propio bien.

Hoy abrazo más a mis propios hijos de la cola. Agradecidos de estar entre los elegidos que tienen sus propios hogares. Y sé que nunca dejaré de involucrarme para que más personas puedan regresar a casa. Me recuerda a mí mismo que cada esfuerzo marca la diferencia. Es como sacar una cuchara del mar, pero por cada individuo que tiene una casa, vale la pena: una vida.

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